Y bien, pero qué hay de la otra parte de la humanidad, de esas personas cuya corazas son grotescas pero por dentro mantienen un corazón de Niño. Sepan señores que Dios pide que seamos como niños. En Mateo 18 versículo 4 se expresa lo siguiente: "Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.” ¿Cuántas humillaciones más debemos nosotros soportar, en qué momento podremos decir Gracias Señor por evitar que esa 'escoria' me humille? Aquellos hombres que maquinan trampas para que uno caiga en ella, son tan arrogantes que olvidan que son nada ante la presencia de Dios, y por vivir en la carne envueltos en la avaricia y en cosas mundanas, arremeten contra el débil, ya sea denigrándolo, calumniándolo, en fin, sometiéndolo a su antojo a cualquier adversidad, para que este se sienta tan mal que opte por retirarse a su morada totalmente abrumado.
Dios quiere que seamos como los niños, porque ellos están abiertos a ser enseñados. Usted puede estar abierto a ser enseñado o puede estar cerrado y creerse un intocable. Usted puede humillarse o puede vivir en una vida como un escoria, arrogante y orgulloso. La decisión es tuya.