
Mentes que se transpolan arrastrando el cuerpo. Lo que una vez fue ya no lo es. Te imaginastes viviendo en un cuchitril cuando en verdad respirabas y comías en el paraíso. En tu vientre llevabas al varón que disfrutó de las bondades del Señor. Transportada te volviste loca por la ilusión debajo del cielo en que te sentiste realizada. Pensaste que estabas en el edén donde podrías tomar cualquier cosa a tus antojos, pero te engañaste y te engañaron. Utilizaste al hombre, sin importar su Dios, nuestro Dios, su espíritu, sus seres demoníacos y sus ángeles de la bóveda. Como lo trillado está, así en el cuento del "viejo zorro," te dejaste llevar por el oro de Benedicto. Embaucada y desquisiada anduviste por el "polvo" que te ofrecieron mil y una veces para que sirvieras de mucama. Rayaron tu materia. No coordinas y estas liciada de por vida, dejándote mantener, porque te tienen lástima. Ya nadie, mucho menos él, te mira como mujer, sino como alguien de quien apoyarse en su momento de depresión. Bien sabes que Porfirio busca placeres "underground", se acuesta a tu lado pero sin ti, recordando aquellos días que imaginaba la niña perdida que encontró. Ya no eres joven, ni fresca. Desaprovechaste el cielo azul de mar turqueza, palmas y cañas y te siguen mortificando ante tu insignificante existencia.