
Tengo un huerto, donde siembro mis esperanzas y muy tranquilo con mi habano, espero cosechar grandes frutos. Tengo una mujer, que me ama sin pedir nada y acompaña en mis días de libertad. Tengo a Dios, a quien le pido salud, bendiciones y que el trabajo nunca me falte. Tengo a mis santos, a mis espíritus, ángel guardián. Tengo fe. ¿Qué seríamos nosotros sin la fe?, ¿Qué serían las personas sin la fe? ¿Qué sería el mundo sin eso? Oramos y pedimos, mientras que sereno espero que mis plegarias, mis palabras sean escuchadas y
atendidas. Oramos, pedimos y ¿qué damos a cambio? Buenos consejos, atención espiritual utilizando el magnetismo y canalizando esa energía positiva para curar un brazo adolorido, quitar dolencias en la pierna de una señora, calmar los cólicos de una bebé, ir a misa, atender lo que tengo que atender. Una vida sin espiritualidad es como vivir en una casa, vacía y polvorienta.
