Cuentos satánicos: Babieco, el templón del terraplén

Rogelio Córdova
El ambiente a oscuras, a penas unas luces tenues para la venta de botellas de cervezas y todo tipo de licores, el gentío y su algarabía. Las putitas alegres sin penas ni resquebrajamiento semi desnudas algunas y otras muy, pero muy escotadas con sus minifaldas extremadamente cortas, luciendo tremendas piernas, dejando ver un poco de su ropa interior con encajes, los hilos dentales através de vestimentas tipo redes vuelven loco a Babieco, el arrecho del terraplén. Se llama así, porque sus padres son ignorantes y procuran ponerles nombres rimbombante, como Napoleón, Usnavy, (United State Navy) o Marina de los Estados Unidos, ...wherever..!

Babieco lujurea a las paisas, le mira las nalgas a estas perritas alegres, las piernas, se transforma cuando aquella con grandes pechugas lo envuelve con un cruel aroma de feromona y perfume de pacholy.

Una flaca alta con un buen culito es su preferida, mientras Babieco se mete su Balboa, la flaca llamada Teresa 'la que te interesa' se pone de frente haciendo que al gordo mamón le de taquicardia, pues a todo esto ya se había metido su viagra. Al gordo mamonzón se le puso la oreja roja, y el pito que le dieron sus padres se puso como cañón, más porque la Teresa le pasó sus hermosas manos en sus miembros.

Babieco el mamonzón se fué con la flaca, la flaca con una hermosa vagina fresca, agradable, nada de malos olores, su cuerpo perfumado, su sonrisa y coquetería, y a la hora de la felación, el Mamonzón se monstruoseó. El gordo singaba como si fuera un pelao flaco. La tipa se puso de perrito, y el pobre hombre sentía que se le iba el alma al infierno. Le miraba fijamente los plieguecitos del chiquitón de la paisa. ¡Qué rico! se decía. 'Ojalá mi mujer fuera así!, decía entre dientes. Y es que su mujer tiene varios hijos y está gordita y fea, los años le cayeron en plancha.

Al final, terminó de eyacular. La flaca le dijo 'chao papi', el gordo mamón comenzó a sudar como animal de carrera, solo en ese cuartucho Babieco intentó ponerse los zapatos, casi no podía amarrarse los cordones, hasta que al fín lo logró. Se paró, se vistió y justo cuando salía de aquel recinto de amor, se le disparó la presión y se petatió el pobre. ¿Y tú... te comiste un culo hoy?