Brilla con luz propia y despierta envidia de ciertos 'elementos' con pasado oscuro. Aquellos no soportan el hecho de que alguien pueda levantar cabeza y que brillen con más intensidad.
El cocuyo o luciérnaga es mensajero de Dios en el mundo de sombra, hasta que un día una serpiente le produjo una herida mortal que hizo su luz irradiar con intensidad hasta que paulatinamente se fue debilitando y finalmente apagado. La serpiente está contenta.
Todas las noches se conviertieron en espanto. Animales e insectos morían atacados por víboras, hasta que un rayo cayó del cielo en el mismo lugar donde el ofidio mató al cocuyo. De sus restos una intensa luz alumbró todo el lugar y millones de luciérnagas salieron e iluminaron el mundo para que éste no fuera dominado por las serpientes y así nació el Sol.
Vengo de Generación Y a visitar su blog y, tras una rápida mirada, me ha gustado musco.
ResponderEliminarAl final la luz vence aunque tenga manchas.
Encantada.