Bueno, de Camagüey solo recuerdo un lugarcito bien monte adentro. Fresco, agradable, lugar muy hogareño, familiar, calor humano. Gente noble, sana y alegre. Buena comida cará, no sé...pero, no me ha tocado pasarla mal con eso de la comida, sólo unos días con eso del periodo especial. Fue cuando volví a Cuba, porque en aquél entonces, la que era mi esposa iba a tener a Rogelito. La Tínima, cómo iba a olvidarla! Al respecto, le tengo una pequeña anécdota con mi frustrada actividad etílica en la isla. Digo frustrada porque las cervezas aparecían cuando no quería y si quería no había.
En la gráfica junto al primo de Olga Echeverría Guzmán, linda damita de Camagüey que me llevó al campo. Tengo fotos de ella, tendré que escanear. Como no son digitales, salen con esos raros colores.
El cuento de la Tínima en La Habana
Estaba yo en los carnavales de La Habana, y habían pequeños 'stand', (no sé como dirían en Cuba) o pequeñitos locales de ventas de productos como refrescos, entre otras cosas. De lejos vi algo con la forma de la botellita Tínima, y me dije 'oñooo..... cervezas!....., me pareció extraño que no había ese tumulto de gente cuando hay ese 'refresco'. Llego yo y digo 'deme una bien fria...'a todo esto pensando en lo sabrosa que debía estar esa cerveza y bien fría. Pero que va mi hermano, cuando le doy al pico de botella, y aquél líquido baja por mi garganta con la mente bien codificada de que me estaba distrutando una buena lager, lo que hubo fue un corto circuito del cará, porque aquello no era cerveza chico, era jugo de naranaja. Oñooooo, clase de sed para llevarme esa decepción. No me quedó otra que seguir saboreando ese refresco azucarado.
lunes, 30 de junio de 2008
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Bendiciones!