Foto: Irma
No fue fácil para Tomasito entrar al centro hospitalario 'Un paso al infierno', pero fue necesario, ya que una de sus piernas le estaba causando molestias. El Doctor de una vez le dijo 'hay que hospitalizar' y eso fue todo para el campeón que al escuchar los cuentos horrorosos de la ciencia médica, no pudo contener el dolor en el pecho y pensar todas las cosas que había vivido en su vida.
Coqueta y despiadada, pero si no eres de su tipo, te suelta de una vez La Pelona. |
Ya en camilla, llegaron las arpías -esperpentos de mujeres- que nada tenían que ver con los doctores, pues le preguntaron a Tomasito de todo, hasta qué religión profesaba. De una vez supo que eran funcionarias de una funeraria. ¡Pero qué coño, cómo es eso de qué religión profeso! ¿A caso me voy a morir?. ¡Ni bestia! -expresó Tomasito-
A Tomasito lo subieron a la sala 7, donde había una amalgama de personas que aparentaban estar sanas, pero qué va!, la sala está habilitada para casos de extrema precaución. Él era uno de esos. Meditó, siempre tenía presente a Dios, no únicamente en casos de urgencia. Su amor, -'una cosita que es una ternura de mujer'- le dio un Rosario traído de Israel que una buena amiga le obsequió. Por primera vez y en todos esos días rezó el Rosario. Muchos cargan 'rosarios' colgados en cualquier parte, hasta de adornos en sus cuellos, pero muchos ni siquiera conocen cómo se usa ni para qué es.
Las canalizaciones, esos pinchazos de la puta madre deberían incluirlo en el libro de torturas de la CIA. |
El último en entrar a la Sala 7, un brother cuyo nombre me reservo por razones de seguridad. Siete Balazos en Sala 7. ¡Qué curioso!, sobrevivió a un asalto en esta maldita ciudad, donde la criminalidad ganó la batalla a la Policía. No dejaba dormir con sus lamentos que eran así: ¡Ahhh....Ahhhh.....Ayyyy.....enfermera, doctora, deme algo pa' el dolor.....ay...por favor....ayuda!.
Otro buay que en sus tiempos era toda una prenda, Juan, gritaba casi todas las madrugadas: ¡Enfermera, una paleta!.....¡Paleta!, pero no crean que era de esas que vende el paletero.
Antonio, un viejito de las montañas de Penonomé, que a duras penas lo visitaba una sobrina nada más. Y de manera forzada. Era obvio que no quería a ese señor de 89 años.
Víctor, esperaba con ansiedad su resonancia magnética para una operación en la columna. Fastidiado de estar en aquella Sala 7, le concedieron permiso para irse el fin de semana a su casa.
La Pelona: ruegue que no lo busque antes de tiempo. Sea bueno con el prójimo. Tu hijo de puta, que nunca me diste mi aumento de salario. |
Ví la muerte entrar. Justamente en la cama de Antonio. Domingo de madrugada, desperté y vi que habían cambiado a Antonio a una cama contigua. Miro donde supuestamente debería estar El Viejito de Las Montañas, y había otra persona, muy mayor, con varios tubos en su carganta y pecho. Observé desde una esquina entre la penumbra, cómo su cabeza se movía al respirar. Me dije 'pobre hombre', pues no le acompañaba ningún familiar. Todavía vencido por el sueño seguí durmiendo. ¡Caramba! de la que se salvó Antonio. Pues al abrir los ojos, vi al camillero llevarse el cadáver de aquél infeliz. Lo digo con respeto, porque obviamente no murió feliz, por eso digo que es un infeliz. La mayoría de los muertos son infelices. Salvo aquellos que fallecen encerrados en los push bottom, drogados, alcoholizados, etc, etc......y claro, lo que están acompañados por sus familiares y amigos. Así se muere uno feliz, digo yo.
Tomasito, tras doce días hospitalizado le dan de alta, pero con advertencias. La gente no comprenderá lo que sucedió con Tomasito, quien espera trabajar y teme algún abuso físico de aquellos que no comprenden la gravedad de su salud. La Pelona es coqueta, y caprichosa. No vaya ser que se enamore de usted, porque de seguro, ni el cuento podrás echar, como lo hizo Tomasito.
Supongo que el relator de la historia es el editor del blog.
ResponderEliminarSi así es, mis deseos de una convalecencia tranquila y pronta recuperación.
La pelona va hasta por el más sano y a la hora menos esperada, es la única que no pregunta por nada, ni necesita formularios de admisión, si es pobre, o rico, del sur, o del norte. Pero cuando se tiene consciencia de que está cerca si que es un problema, y cuando carga con los planillados en abandono o mal queridos es muy triste como las experiencias contadas en esta publicación.
Saludos y una pronta mejoría!!!