Otra historia del batey: El final de Doña Watusi

Mandin GonZon era un negro que no le gustaba la hipocresía y en el batey le repudiaba ver a sus amos rezando a sus Dioses y al mismo tiempo esos les prohibia a Mandin y a los suyos rendirle tributo a sus dioses africanos.

Wata, la regordeta del Batey, que se creía dueña del latifundio, se mofaba de ser querida de Songolocosongo. Bueno, anduvieron, pero Songo se dio cuenta que la iletrada esa no era más que una máquina de echar chismes y eso como que lo cansó y la mandó a limpiar los sanitarios de los esclavos, por soquetona. Sí Señores.

Wata es una mujer 'perversa', está traumada porque no tiene hijos ni siquiera un hombre que la trate como a una dama. Tiene complejos por ser Gorda y Golfa, tiene mal aspecto y es bien desgreñada. Si al menos fuera humilde, esa belleza interna que no tiene la hubieran favorecido pese a su fealdad. Pero fea y mala, ¡imagénense...qué clase de aguaje..!

El día menos esperado Mandin se alzó en armas, tomó su machete y fue al cañaveral y entre las guardarrayas Mandin pasaba corriendo de un lado para el otro, buscaba su libertad y estaba desperado por ver la cabeza de Wata rodar por el suelo. Por fin la encontró en su peor momento en el río, pues le había empezado la regla de forma prematura porque la rabia que sentía contra sus esclavos era tal que le alteraba el ciclo menstrual que tal vez, esa era una de las razones por la cual no podía parirle ni al peor de los perros sarnosos del batey. Sí Señores!.

Así las cosas, Mandi alzó 'fuelte con su machete en mano' y zasssssssssss..! le cortó la cabeza a la pobre vieja Wata de Watalong Sucia. Sí Señores!

Ahora Wata pertenece a la legión de espíritus inferiores tratando de repasar su pobre existencia, de analizar si es que aún puede, en qué ha fallado, a quiénes hizo ella dañó. Para asì tratar de enmendar su error y volver con el permiso de Dios, reencarnar para el bien de su evolución espiritual. De lo contrario, pasará toda una eternidad como alma errante entre universos sorteando toda clase de suerte y calamidades, hasta que un espíritu superior se apiade de ella y le muestre algo de bondad y que ella misma sea capaz de discernir entre el bien y el mal. Reencarnaría todas las veces que fuera necesario hasta que aprenda la lección y pudiese tal vez, conocer a Dios, como todos los seres que deseamos la paz y el amor para reecontrarnos con el Padre Celestial.