Así es la vida de sencilla y sin complicaciones: el pasado no existe. Tampoco el futuro.
Lo que vale es el presente. Lo que haces en estos momentos.
No vale lo que pretendas hacer al siguiente día, porque como dicen los evangélicos en cualquier esquina: "el día de mañana no está prometido a nadie".
El pasado tampoco importa, porque no existe.
Vivir del pasado es como tratar de hacer un lindo pícnic en el cementerio. Ver las tumbas y pensar cómo habría sido el pasado de aquellos muertos.
Así que ya lo saben: el pasado y el futuro no existen, sino el presente. Vívelo y gózalo.
lunes, 8 de agosto de 2016
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