Por Rogelio Córdova
Jorgito: joven emprendedor que defiende su país |
Trataremos de escudriñar todos los blogs, en la medida de que la musa nos lo permita si acaso no surjan otros temas supra. Pero aquí, en este instante, conocerán el Blog de Jorgito, quien se describe así mismo en el siguiente post:
Mis padres crecieron a muy pocas cuadras de distancia, en un poblado nombrado Cándido González, en el municipio Santa Cruz del Sur, luego de alimentar una relación que comenzó cuando ambos eran muy jóvenes, se unieron en matrimonio el 15 de septiembre de 1991, después de haber cumplido determinados compromisos familiares consistentes en cursar estudios universitarios y terminar la carrera de Filosofía e Historia, mi mamá Marta Julia Belisario Hernández y de Licenciatura en Derecho mi padre Jorge Enrique Jerez Tejeda.
De esta unión, el 8 de marzo de 1993, nací, medía 51 cm de largo, y pesé 7 libras con 2 onzas. Se cuentan que durante el primer trimestre del embarazo mi mamá se mantuvo bajo peso, pero luego manifestó un embarazo normal y sin trastornos, sin embargo, a las 48 horas debuté con un ictero fisiológico agravado, que exigió para su control la realización de dos exsanguíneos, transfusión, o cambios de sangre, para bajar las cifras de bilirrubina que eran muy altas.
Acompañó a todo este cuadro, una infección generalizada, producida por un germen que se aisló – denominado Klebsiella- con ella las primeras manifestaciones de daños neurológicos. Permanecí varios días en terapia intensiva y luego en la sala d neonatología.
Al salir de la sala de neonatología del Hospital Eduardo Agramonte Piña, mis padres fueron remitidos a la consulta del Doctor Luis Pérez, para que el mismo evaluara la conducta a seguir, en la consulta el Dr. les explicó que había padecido una Parálisis Cerebral Infantil y que mi desarrollo no sería igual a los demás niños, en aquel momento la noticia produjo un efecto doloroso, pero la convicción de una estimulación temprana, y un adecuado tratamiento de rehabilitación serían la nueva luz de esperanza en mi futuro.
Al transcurrir un pequeño espacio de tiempo se observó que no me movía en mi cuna como los demás niños, no tenía movimiento en mis extremidades, incluso, no levantaba la cabecita para anunciar que ya había despertado, tal era la afectación que no podían cargarme, no sostenía mi cabeza, el esperado balbuceo no aparecía, y luego los cortos pasitos tampoco, sufría una cuadriparesia espástica. Mis padres acudieron al Hospital Neurológico en la capital de Cuba, allí se ratificó diagnostico inicial y se insistió en que la estimulación temprana y la rehabilitación serían determinantes para mi posterior desarrollo.
Linda playa de Camagüey |
Continuaron los ejercicios para el sostén cefálico pero como había explicado el especialista, para avanzar, tenía que lograr dominar y controlar mi cabeza. Mi mamá y yo ingresamos en el Hospital Julio Díaz, el tratamiento debía ser fuerte. A los 26 meses, de intenso batallar, en el Julito Díaz y en el departamento Provincial de Rehabilitación, dominaba y sostenía mi cabeza y de allí comenzó una larga y más difícil carrera para lograr fortalecer mi tronco y con ello instaurar el patrón para sentarme.
También, contrario a otros niños, el babeo, y otras manifestaciones que debían desaparecer, se mantenían, y eran constantes, al punto que cuando al año de nacido, se me aplicaron algunos exámenes para comprobar mi desarrollo psicomotor, y la psicometría rebeló, que mi desarrollo en este orden, era de un menor de 4 meses. La demora para ir logrando vencer los obstáculos y que caminara, parecía algo inalcanzable, hasta el día que comencé a caminar solo, sin ayuda del andador.
Esta foto me fascina, es como si ya antes hubiera pasado por ahí. Le llamaría el callejón del amor, porque creo que en vida pasada me besé con una chica en medio de la oscuridad |
Luego de alcanzar la meta consistente en que caminara, el próximo reto, que impuso, el Dr. Luis Pérez, los demás especialistas, y mis padres, fue lograr su plena inserción social, en ese sentido, con 5 años de vida, fui incorporado a la Escuela Especial del Lenguaje, Enrique José Varona, allí fueron esenciales los ejercicios de logopedia, para atender las barreras que imponía mi disartria.
Junto a la rehabilitación diaria, en este período jugó un papel, muy importante las clases de música, que me impartió una gran maestra Martha, que a esa temprana edad, según dicen me despertaron muchas neuronas dormidas, me ayudaron a perder el miedo escénico, y a desenvolverme en público.
En esta escuela comenzaron las clases de computación, con una maquina que me entregaron para desarrollar esta ciencia en la que según mis profes tenía habilidades especiales. En segundo grado transité a la enseñanza regular, hasta el Sexto Grado. Paralelo a esto fui matriculando en diferentes cursos impartidos en el Joven Club de Computación. Al principio iba con mi mamá , luego mi papá me dejaba y al terminar me recogía. La computación entró en mi sangre de un modo que jamás he podido apartarme de ella.
La Secundaria Básica Urbana, la cursé en la Noel Fernández, de esta ciudad, obtuve excelentes resultados académicos y participé en representación de mis compañeros en el Cuarto Congreso Pioneril. La enseñanza PRE Universitaria la inicié en un centro deportivo, la Escuela de Superior de Perfeccionamiento Atlético Inés Luaces, en la especialidad de Ajedrez, allí cursé el 10 y 11 grado, porque el 12 lo concluí en el Instituto PRE Universitario Urbano Álvaro Morell, terminé con 99,87 de promedio académico y fui seleccionado el alumno más integral. Hice las pruebas de ingreso para ingresar a la universidad, obtuve 69 en matemáticas, y 11 en Español y en Historia. Se me asignó la carrera de periodismo.
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