Un muchacho va al colegio y con el transcurrir del tiempo llega
a la Universidad y consigue una licenciatura para emprenderse como un profesional y si las condiciones lo permiten fundar una familia.
Para ello adquiere un buen empleo y así contribuir con sus deseos de sentirse realizado. Una bonita casa, un carro, perro y una mujer. Después los hijos.
Los empleos resultan interesantes. Nada fuera de lo normal. Hasta divertido y de esta manera se pasa el tiempo. Más se está en ellos que en casa, por lo que la premisa sería tratar a tus compañeros de trabajo como tus hermanos o parientes, ya que estás ante tu segunda familia.
Pasa el tiempo y to
do va muy bien. Pasan los años y te topas con lo que menos uno esperaba. Seres degradantes y déspotas con la capacidad infernal de hacerle daño a
l más débil. ¿Avalado por alguien o actuando por cuenta propia? Como quie
ra que sea es una verdadera bajeza. Se ve muy feo. De al César lo que es del César. Es mejor evitar que le rompan la cara uno de estos días.
Es bueno tener un empleo donde se exige, pero sin contratiempos, es decir, que sus superiores nunca se ensañen con el personal ni utilicen métodos degradantes o íntimidatorios. Salvo algunas sospechas de robo, se justifica que se revise al personal. Esto en caso de que se trata de algún almacén o tienda comercial, como dicen los extranjeros. Pero no es recurrente, porque con tecnología se pueden instalar cámaras y sensores a la mercancía.
Sin embargo, en caso de otros tipos de labores, no debe haber actos de intimidación ni de hostigamiento. Resulta una verdadera cochinada, un personal superior con esas actitudes, que no es ni siquiera un empresario, es un ser degradante. Para evitarse asimismo problemas, buscarse enemigos gratis. Mejor es hablar y despídelo, pero eso sí. Las leyes son claras. Indemnícelo.
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