jueves, 9 de junio de 2016
Las putas alegres de Panamá
El denominador común de todas ellas son sus hijos, pero por supuesto que existen otras opciones de trabajo para estas jóvenes que prefirieron el más antiguo de los oficios: la prostitución. Hermosas damas con lindos atributos físicos consiguen dinero fácil, y si no son todas, muchas llegan a alcanzar la suma de 900 a mil dólares semanales. Buscan cumplir sus sueños, de adquirir una casa o apartamento en sus países de origen. También hay panameñas que ejercen la profesión de forma clandestinas y son las más peligrosas, ya que no están sometidas a rígidas regulaciones como pasar clínica cada cierto tiempo. Las hay quienes ejercen este oficio aún teniendo un trabajo normal. Son las prepagos de las oficinas, muy serias y recatadas en su horario de trabajo y putísima en su tiempo libre. Son tan ambiciosas como las extranjeras. Utilizan a sus hijos como excusa para vender sus cuerpos. Y no les cuesta nada hacer lo que le pide el cliente y más cuando la paga por hora es bien buena. Los hijos no amarran a nadie, sin embargo, la paga si bien ayuda en algo para sus fines de contribuir con sus gastos personales en caso de las universitarias, sí les sirve para alimentar y educar a sus crías en sus lugares de origen. Ellas disfrutan de su trabajo por el dinero, no tienen orgasmos con sus clientes, y si "lo han de tener" simplemente es para mantenerlos a esos hombres clientes engañados. Las más astutas aplican ese trato peculiar que llaman "de novio" para hacerlos sentir amados, pero todo es mentira. Pagar por sexo es lo más estúpido. Sí señores!
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Bendiciones!